lunes, noviembre 15, 2010

Una teoría de las aguas servidas

Es hora de navegar tu oleaje y entibiar
los papeles que sopla el viento.
El mar rompe fetal en la playa y vigila su lento despertar sobre la arena caliente.
Ella, sin dejar de sonreir
vuelve mojada a su cueva.
La recibe el Dios cangrejo
sangre joven si, en la yugular de la relva del sol.

Aquí en el barrio la vieja Graziana barre la vereda
pero ya no hay polvo que pueda sacudir esta mujer atea y ciega como la muerte
entonces se sienta en la puerta con el mate en la mano y la pava en el piso
mira las corrientes de aire
en forma de leves brisas, breves lavas, que le dejan en la cara el sabor oscuro
del agua y del mar.
Al fin yo, espectador espectral de todo este prodigio,
dejo que la cloaca de la historia se lleve toda la mierda a su destino final
y me quedo jugando con las dos
al dinenti.