jueves, mayo 25, 2006

iraKundia

Estos cielos desvirgàndote
y yo rondando rondando.

En la vereda de enfrente hay un jardìn
un perro que ladra
y la sombra deshumana de tus piès.
Cuando llegue el patètico verano y empolle mis huevos en ti
morderè tu boca roja
no con mis dientes sino con mis uñas
que son las que sangran

me besàs
en el exterminio

los pocillos de cafè que mi abuela trajo de Bagdad
los capullos de las hojas escritas en el viento
tu aroma y su penumbra peregrina

todo se persigna bajo el dulzor de la
piedra ahorcada.

sin mezcla

canto tu nombre en la plaza, descalzo
el viento abre la puerta de mi cabeza
tenso el arco, quemo la lira, impulso la flecha
¿quièn rezarà por nosotros en la fundiciòn?

La mañana sin sombra busca un lugar
¿y si vuelven los hijos?
¿y si la celda se manca?
...clavos que sostiene el zapatero entre los dientes
fantasmas en el cementerio...

Yo te acompaño a la boca de la higuera
sin decir una palabra
hasta que llega Bonsòn con su labia y su acuarela bajo el brazo
chamaneando humo.

nieblas y transparencias

Estoy sentado al borde de la decrepitud de una silla nueva
el astrolabio
el cid campeador
los vientos deformes de la escena nacional.
A esta altura de la noche no espero nada
ni siquiera un cafè
toda la claque con sombreros, cada uno esposado a su propia sombra.

La niña que juega con un boomerang de piedra me chamuya que hay dos tipos baleados por la policia metidos en unas bolsas de basura
uno parece moverse
abro la bolsa
todavìa mantiene con sus manos el gesto de quien no quiere recibir un tiro en la cara
veo un grano de sal gruesa bajo la uña de su dedo meñique.

Buenos Aires es una exprimidora de fragmentaciòn
los cuerpos (todos los cuerpos) huelen a fetiche de rio
y aunque mi barrio quede lejos de tu casa
vuelvo silbando bajito un blues por la vereda
siempre hay una bailarina
que danza su pieza favorita
detrás de una niebla transparente en forma de ventana
ahi donde el viento muerde la mueca.

apòcope

Quien sabe donde andaràs ahora que la fortuna te sonrìe y te incluye entre sus mas dilectas enemigas. ¿Còmo es posible que un perro adverbial desenfunde su cuchillo y antes de clavàrtelo te vacìe la muela de metàforas y que cuando veas el cielo raso mires tu propio vapor de luz de velas que molestan a las moscas que se posan en la miel relamièndonos ?
¿Què camino aplicar? ¿Què acupuntura elegir?
¿Què lluvia mendiga ciruelas negras ?
Con el labio partido por esta niebla que moja al barrio
yo te respondo:
quiero verte una vez mas
en la noche
bien tarde
cuando los cangrejos salen a cazar.

miércoles, mayo 24, 2006

De nada

cuando florecen las tumbergias
el rio se incendia
yo no tengo nuez, dice Griselda, delatàndose
y me señala la yugular

un brazo del rio lujàn me hace gracia como nadie

nado como siempre
a contramano y floto
entre juncios juncos

del otro lado
la orilla es finita

martes, mayo 23, 2006

el bostezo

Cruzo avenida de los Incas a la altura de Bucarelli en Parque Chàs. Tardecita de abril, poco calor, mucho humor contrariado. A mitad del recorrido, cuando atravieso la mano que va hacia el oeste, veo dentro de un automovil detenido por un semàforo a una mujer apoyada sobre el volante a punto de bostezar que nota mi presencia. Yo desacelero mi andar, hago que cada paso dure un segundo màs para poder aprovechar todas las articulaciones de este increible momento del universo en el cual un hombre cruza una avenida y se siente atraido por una mujer que bosteza dentro de un auto mientras espera que una señal le permita irse de ahì. Si alguna cosa yo no puedo hacer es detenerme. Tampoco la dama puede dejar de bostezar. Lo que sì ella hace (y ese movimiento me parece sorprendente) es llevarse la mano que tiene sobre el volante hacia su boca como anunciando o protegiendo el pudor de su intimidad.Ahora estamos frente a frente. Yo observo el parabrisas de su auto, eso me permite consensuar una caza perfecta, un acecho tàctico, el instante en que el bostezo lejos de reclamar el desaire del observador ofrece su còctel de gestualidad y todo lo inocultable se enreda en la memoria pero mi marcha cansina ya no pasa inadvertida. Un tipo me supera y consigue llegar al cordòn de la vereda sin mas tràmite que su paso decidido. Este incidente provoca un caos en la coyuntura porque la mujer ve y evalùa este detalle mientras vuelve a situar su mano derecha sobre el volante y evidencia una leve tensiòn muscular sin que yo pueda precisar los daños o sus efectos. Cada paso construido alrededor de este encuentro se deja demoler como un cuento sin destino apenas el semàforo pulse su verde luz sin freno.

marte en el fuego

Cuando la casa ardiò
yo miraba mi casa arder
gozaba el espactàculo de sentir el fuego sobre la mesa
devorando los baùles arañados
del sòtano siempre prohibido, siempre ausente
corrompido por los años que no tuve.
Veo la lucha
perfectas llamaradas
imagìnenme, riendo hasta el absurdo.
El fuego de mi vida unido a èl
peces
alaridos
y los perros lamiendo carne calcinada de la heladera negra.
Amè el incendio
y lo bebì
como bebo el deseo irreparable
en la medioanoche del bloqueo
de piè.

punciòn

este poema no me llevarà a tu cama
pero talvez me libere de tus besos
estoy sentado y respiro aire de flores quemadas.
El atardecer trae palabras que se mezclan con el origen de tu orfandad
una golondrina me busca en los ojos

¿Què busca una golondrina en mis ojos
sino esta dulce unciòn desatada
y un rocìo que el agua de la calle recoge en tu boca como una metàstasis de fuego en mì?

del cielo

poema fètido
araña del cielo
balancea belcebù tu orobaj cebù de làgrima fertil
¿vienes a comer conmigo esta noche o solo a escarbarte los dientes?
mujer se depila frente a la presbìtera que la mira obturando su lenta lente letal
hace frìo como si fuera Alejandra, la muerta, quien sopla

Menchu

Jugàbamos cerca del puente de Cuenca.
Cuenca es una calle de Villa del Parque, siniestra, amplia en sus generalidades que puede caerse o erguirse segùn las especifidades de cada peatòn.
Nosotras jugabamos a escondernos detràs del andèn.
A veces lloràbamos porque nadie venìa a buscarnos, a veces ibàmos nosotras a buscar a los vigìas.
Juegos. Racimos. Trepanaciones oblìcuas de nenas amnèsicas.
Perfiles de la aldea que apunta al amanecer en plena noche.

misa del abismo

Los unguentos sobre la mesa pentimen sigilo
libros, anteojos, ceniceros.
Hay un dibujo en el cuerpo
percute como una loba su silencio de peste y yo
recoleto
estibo espinas de cazòn en secreto.

Un espìritu gatea
mueve las fichas
se deja caer
levanta del piso monedas perdidas.
Vino de la orfandad
mortaja porteña.

nada tan pesado como el mar

caer
o dejarse caer en el profundo pensamiento pez de tu ardor.
Nada tan pesado como el mar
es la seda palpable que emites en verano
pues
como un avasallador tranvìa
depositè mis agonìas
en tu riel.

con leche

Los pasos a seguir al verte desnuda es proceder como si un buscapolo intentara reclamar chispas de un desodorante.
Cloro de noche.
Los huevos fritan la escena sin luz y no me hace falta mùsica, libros, discos, porros, sino tu mirada astillera clavada en la heladera.
¿Hay leche?, preguntàs perforando la rampa blanca de la puerta oxidada.
Yo husmeo la respuesta y miro a la gata, que me mira y se va.

planear

Una plantita en la pared
un zapato dado vueltas en el còrdòn de la vereda
todo el misterio que trae la tarde sobre sus sobras.

barrio
olvidé el camino
siempre termino sentado en la placita Andrès Chazarreta
sentado cerca de una Aloe-Vera(para
las quemaduras
es lo mejor que hay)
a veces aparece Graziana con su dulce fragancia a perlas cultivadas
y me dice
¡otra vez perdido Dani?

Me oriento del revés
como en una impresión litográfica
siempre bordeando las fuentes
siempre planeando desmanes.

trama y urdimbre

amargo el dulzor de tu lozanìa marchita
señora tejida, rodeada de chorizitos grasientos que salpican trama y urdimbre
te veo construir el arte del tenue rubor
hamacàndote
tus hijos (porque tendràs dos hijos) te enterraràn aferrada a los hilos de tu cama
un hombre morirà por ti
otro seguirà masturbàndose y eyaculando hasta que los sortilegios le corten las manos
otro esperarà sonriente frente al abismo de si mismo
ah!
cuanta lujuria bajando la callecita del jacarandà, detenièndose en una esquina arenosa y tomando un taxi suicida amarillo de rojo azahar.

Hay luz en tus venas
podrìamos inyectarnos alguna niebla
podrìamos tambièn acabar juntos
aunque
prefiero que primero
acabes vos adentro mìo.
Y me mires después
revolcando tus ojos en la marejada.